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Coral de la Senda - Ciudad de Buenos Aires - Argentina

La relevante importancia de las contraltos en el desarrollo de la música universal

<H3>La relevante importancia de las contraltos en el desarrollo de la música universal</H3> (Extraído de la 440, revista de ADICORA)

Por María Luz Piriz, contralto, la peor de todas
Actualmente integrante del Coro Universitario de Puerto Madryn,
Dirigido por el paciente maestro Alejandro Daniel Garavano

De los muchos textos que se han escrito sobre historia de la música, quizás el más acertado de todos es el del famoso musicólogo y antropólogo alemán Prof. Helmuth Anthe, a quien tuve oportunidad de conocer personalmente.

“Si buscáramos el origen de la música vocal –diría el Prof. Helmuth Anthe- deberíamos remontarnos al origen mismo del hombre”. “Y de la mujer”, acotó rápidamente la esposa de Helmuth Anthe. Esta famosa frase –si me permiten la digresión- inspiró a este musicólogo alemán para componer la famosa sinfonía para orquesta de señoritas y coro de voces femeninas “Ya, meines lieber, wie du es sagst”. Es decir, “Si, querida, como tú digas”. Pero volviendo al tema, desde que el hombre y la mujer existen, existe la música vocal. Sin embargo, el antecedente más antiguo que pudimos encontrar se remite a la Antigua Grecia.

Es sabido que pueblos más antiguos cultivaban la música coral. A ellos suele hacer referencia nuestro director, ya que cuando, por quinta vez las contraltos preguntamos desesperadas: “¿cómo hacemos para agarrar la nota y saber exactamente dónde entrar?”, el maestro nos contesta: “Haced como los arameos”. Expresión que en otros directores se transforma en “Haced como los filisteos” o “Haced como los hebreos”. Pero la música como tal, con ese sitio tan especial dentro de la cultura, es –indudablemente- un invento griego. Sin ir más lejos, la palabra “música” es de origen griego y significa “arte de las musas”, que eran nueve: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Terpsicore, Talia y Urana.

Posteriormente los romanos agregaron una décima musa, una musa menor, la muzzarella. Que además de ser un queso cantando, representaba a aquella que siempre se olvidaba la letra y por eso se quedaba muzarella. Actualmente esa técnica se conoce como “Boca Chiusa” y es lo que hacemos siempre las contraltos cuando nos olvidamos la letra y anche la música, justo en esos tres únicos compases en los que tenemos la melodía.

Los grandes filósofos griegos eran los formadores de opinión en el pueblo, ya que todavía no se había inventado la televisión y Mariano Grondona no andaba explicando el significado de las palabras griegas. Estos grandes pensadores desconfiaban del virtuosismo de los profesionales músicos ya que decían que sobre-estimulaban al pueblo, llevándolo a excesos de conducta como grandes libaciones y opíparas orgías gástricas. En fin, fiestas dionisíacas o báquicas. Cosas que se confirma en los encuentros corales modernos.

Lo que no podemos negar es que la música coral es el mejor vehículo para el intercambio cultural entre los pueblos. Si me permiten aludir a mi experiencia personal, ha sido gracias a los encuentros corales que he podido tomar contacto con manifestaciones de la cultura latinoamericana que nunca olvidaré, como el pisco soeur en Chile, la caipirinha en Brasil, el mojito en Cuba, tequila con sal y limón en México, vino tinto en Argentina y lo que unifica todos nuestros lenguajes: la cerveza.

Hay que reconocer entonces que algo de razón tenían los griegos cuando temían las consecuencias de la música popular y preferían alentar las expresiones de música culta. Tendencia ésta, acentuada con el desarrollo y expansión de la cultura judeo-cristiana que limitaba la música a manifestaciones religiosas desalentando el canto popular o folklórico. El ya mencionado musicólogo Helmuth Anthe considera que ésta ha sido la causa por la cual se demoró tantos siglos en conocerse la chacarera y, por la misma razón, “Los Carabajal”, a pesar de ser tantos, recién alcanzan la fama a fines del siglo XX. Pero quisiera detenerme en la Edad media, que es lo que más nos interesa a las contraltos.

En esa época, la música –especialmente la coral- era concebida solamente para comunicarse con Dios. Hacia fines del primer milenio era la época de oro del Canto Gregoriano y era impensable que las mujeres cantaran en público. Incluso había intervalos musicales que no podían cantarse, como el de cuarta aumentada o tritono. Por ejemplo, el intervalo fa-si se consideraba como “diabolus in musica’ y se lo evitaba a toda costa. Cosa que seguimos haciendo las contraltos a pesar de los denodados esfuerzos de los pobres directores ya que a gatas le damos un fa-si bemol, y no nos pidan más. De ahí para arriba que se hagan cargo las sopranos, que para eso tienen siempre la melodía.

En la Edad Media, entonces, el canto considerado como una manifestación sublime, estaba reservado en principio a las voces masculinas. Pero parece ser que surge entonces la obvia relación: cuanto más agudo se canta, más se acerca uno al cielo. Dice el Prof. Helmuth Anthe, y no me animaría a desmentirlo, que los religiosos, preocupados por la continuidad de la raza humana, decidieron dejar de producir “eunucos” y apelaron finalmente a las mujeres para las notas agudas del canto religioso. Obviamente algunas no lograban un registro tan alto, pero para no ser excluidas desarrollaron una línea musical propia, sólo parecida a la melodía, tornándola por momentos irreconocible y que sin embargo sonaba en armonía con las voces más agudas. ¡Dios había inventado las contraltos!

El problema surgió cuando la Inquisición descubrió que había mujeres que cantaban superpuestas con los hombres... Lo que quiero decir es que había mujeres que cantaban justo encima de los hombres... En fin, que cantaban notas que ellos creían privativas de los hombres. Los Inquisidores reaccionaron inmediatamente acusando a estas mujeres de herejía y las mandaron a la hoguera como brujas. Esta mortandad masiva puso a las contraltos en peligro de extinción. Afortunadamente sobrevivieron suficientes ejemplares, refugiados vaya uno a saber en qué generoso monasterio, como para lograr la propagación de la especie una vez terminada la Inquisición.

Y pasamos al Renacimiento, época que toma este nombre, no del renacer de las artes y las ciencias como dicen muchos, sino de la vuelta a la vida, renaciendo de sus cenizas, de las contraltos. Lo demás es historia moderna, y el canto a cuatro voces, ya muchas voces más se hizo presente a lo largo de las distintas corrientes musicales. Desde entonces, los coros mixtos siempre cuentan con una cuerda de contraltos. Por eso, ADELANTE MUCHACHAS!!!!, lleven ese cargo con orgullo.

Yo sé que rara vez tenemos la melodía. Nunca el público sale tarareando nuestra parte. Que les gustaría ser sopranos. Pero permítanme decirles en confianza, entre nosotras: cuando estén a solas, en la ducha, no insistan en cantar escalas cada vez más altas. Asuman su condición de contraltos. Practiquen el intervalo fa-si, y si es posible, deténganse en un fa sostenido, háganlo propio, conviértanlo en el grito de guerra de la cuerda, aunque sobre él vean escrito un pianissimo. Yo les puedo asegurar que no es tan grave. Mi propia experiencia lo demuestra: Me han echado excelentes directores.

Cuando todavía no distinguía entre una corche y una clave de sol, en ese estado de inconsciencia total, entré al coro del maestro Antonio Russo. A pesar de mi ignorancia musical me aceptó e inmediatamente me dio una fotocopia así de gorda de una obra completa de Bach, un casete y me digo: “Tiene un mes para aprender su parte de memoria”. ¡¡Un mes!!. Eso fue exactamente lo que duré en el coro del maestro Antonio Russo. Después fue Carlos López Puccio. Más comprensivo, me escuchó cantar y dijo: “Puede ser, buena afinación, excelente memoria musical, necesito tenores, quedate”. Pobre Carlos, ¡qué coro!. Yo era el mejor tenor que tenía. Un año me aguantó. De su paciencia y mi tesón al menos nació una amistad que aún conservo. Recuerdo aquel día que me habló como un hermano: “María Luz, no podés seguir cantando de tenor” y me explicó lo más elegantemente posible cuál era la diferencia fundamental entre los tenores y yo. Y fue gracias a reconocer esa maravillosa diferencia que años más tarde nacieron mis dos hijos. Pero por las dudas me casé con un bajo.

Y así ha transcurrido mi carrera coral, cantando sin claudicar en esa estoica cuerda. Pero hay algo peor, coreutas, hay algo mucho más aburrido y sufrido que a las contraltos nos sirve de consuelo: integrar la cuerda de los bajos. Pero eso será tema de otro artículo (si mi marido me deja).

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3 comentarios

haydee -

Excelente comentario. Contralto que quiso cantar de tenor y gracias al Mto. Oscar Castro (que no me lo permitio) hoy sigo en esta cuerda MARAVILLOSA.

adolfo siesa -

muy divertido.

Horacio -

¡No!, ¡qué va!. Los bajos no nos aburrimos para nada. Si bien nuestro mantra es el "dum, dum... poporobóm..." no por ello deja de ser gratificante. Salvo cuando la obra viene calando y terminamos haciendo "sensoround" con notas que nadie oye.
Lo que sí, siempre somos una poquedad. Ya casi no quedan bajos en el planeta...